Hasta para oídos exigentes.

David
Cuerpo

Mantenerse alejado de una actividad que disfruto demasiado no es nada satisfactorio pero esto de mudarnos de casa y acomodar todos nuestros tiliches no ha sido nada fácil. Afortunadamente, a 20 días de escribir una nueva etapa en el programa, las cosas marchan más en forma y ahora sí pude colgar un cuadro con la leyenda “Hogar, dulce hogar" en la cabina para asentarme en la que, aspiracionalmente, deseo que sea mi casa por muchos años.

Ahora que las actividades me lo permiten, quise venir a desentumir mis dedos y plasmar unas cuantas letras para desempolvar mi columna. Para aquellos que me extrañaron y para los que ni me conocen (o sea, el 99.9% de quienes visitan el sitio) les puedo asegurar que existe un vínculo auditivo que desde hace unos días comenzó a intercalarse en la comercialización del espacio del Panda Show.

Me llevé una grata sorpresa al escuchar cápsulas de quienes formamos parte de la maquinaria de bromas alimentada por el combustible de su invaluable fidelidad: Modesto, el Pelos, Violeta, Emmanuel y su servidor. Audios realizados en nuestro taller de alfarería cuando en una época nos convertimos en generadores de contenidos tratando de plasmar gustos, aficiones y tendencias de nuestra personalidad en formatos con duración no mayor a 60 segundos.

Dimensionar que tu trabajo se difunda por la señal del 92.1 de FM en el valle de México es extraño y asimilarlo lo es aún más. Pero ilusiona al pensar que por ahí alguno de los miles de oídos que cachan la señal de Radio Centro, les estimule algo más que el tímpano, el martillo, el yunque o el caracol. Y pensar que ese contenido fue rechazado en otro lugar bajo el argumento de que no cumplía con los estándares mínimos de locución. Digo, tampoco quiero presumir que son una maravilla pero si a esas vamos, les aseguro que auditivamente y en cuestión de producción, son productos decentes e inofensivos hasta para oídos exigentes.