Éste Era Un Gato, Con Los Pies De Trapo

Mosa
Cuerpo

 La vida  es sabia, no hace falta seguir manuales, panfletos ni recetas baratas para darse cuenta que también la vida actúa en cada uno de sus integrantes de éste reino de los vivos, muy ciertas estas frases en el mundo de los vivos, que es lo que se mueve todo lo que tiene vida dicen por ahí. Este Jetta book es dedicado a un ser indefenso que maullaba desconsoladamente en la banqueta de Avenida universidad, allá por los rumbos del sur de la ciudad de México, un gato con las patas húmedas y mugrosas de tanto andar en busca de la vida. 

Éste gato no era siamés, ni persa al parecer pertenecía a la familia de los pingaco, para acabarla de amolar, era gato corriente y pelado. Nuestro vagabundo felis silvestris catus macho de aproximadamente dos kilogramos de peso, la vida  y la deshumanización de la raza humana le jugaron una broma, de pronto se vio en la calle!

Por su aspecto el gato ya había recorrido muchos kilómetros, sus patas mugrosas eran perfectas para un comercial de jabón para felinos. Maullaba al pie del portón de radio fórmula y creo que casi imploraba que lo dejaran entrar, estaba ligeramente hasta la gata de pedir posada y nadie en éste complicado mundo le tiraba un lazo, solo agua caliente y uno que otro escobazo.

No cejo en su lucha hasta que en un descuido burló a la seguridad y llegó hasta el último rincón que se le hizo el más acogedor del estacionamiento y de ahí no lo sacaron por meses; pronto se fue sintiendo en confianza y con la ayuda de algunos humanos,  seguidores del encantador de perros -disculpe la contradicción-  fue recibiendo las primeras muestras de cariño  y dos o tres bocados, dignos de una personalidad de la radio; él lo agradecía todo: sobras, migajas, cachos de torta, pitza y una que otra croqueta que ni para él era.

Por cierto a estas alturas de la historia, éste gato el de las patas mugrosas ya tenía apelativo Fórmulo el gato que vino de lejos. Ahora recuerdo que no ha sido una historia exclusiva, ya que en otros tiempos en la otrora Radio Red tenían dos perros que los habían rescatado de pleno periférico y vivían plácidamente en las instalaciones de la emisora, allá por la calle de la presa, en la magdalena contreras.

Por acá nuestro personaje respondía al nombre de fórmulo, minino que se ganó el cariño de todos,  particularmente el de las mujeres; aquí llego a creer que era alguna encarnación de un locutor u operador por el gusto exagerado por las damas. Al momento de llegar una fémina al estacionamiento, fórmulo salía de su escondite y le rodeaba, se le metía entre las piernas, situación que nos daba un coraje, solo por  cuestiones de higiene y no otra cosa. Fórmulo gozaba del aroma, y la textura de los chamorros; sentía muy de cerca las expresiones de la mujer que elegía para hacerle la ronda,  la mirada felina se extraviaba en el éxtasis del  rozamiento a las extremidades femeninas y la contra parte también exclamaba un hay de ricura.

Una mañana fórmulo despertaría con un golpazo del destino; la vida hacia acto de presencia y cambiaría su rumbo.  Por esto hay que confiar en la vida, tener fe de que puede pasar cualquier cosa HOY, es más, hasta dejar el planeta.

Llegó a las instalaciones una pomadosa invitada a atender una entrevista, en el acto fórmulo salto a darse su hornazo de mujer y presto ataco, tobillos, chamorro y olfateo suavemente la sudoración de la piel de la (su) mujer y ronroneaba de una manera que daban celos, estaba seduciendo a todo lo que daba su felina vida.

La señorona se estremecía por la ronda y en el paroxismo total solo alcanzó a decirle a fórmulo: ¡como que aquí vives! ¡No tienes casa verdad gatito! ¡al ratito que salga te llevaré conmigo!  se dice que desde ese día no se le vio mas a fórmulo por el estacionamiento, se lo llevó su mujer, la vida y su destino.  

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