Desencajar el pensamiento

Cuquita
Cuerpo

Desde niños, nuestros padres nos enseñan como es el mundo. Esta mentalidad no es mala, el problema es que nos dicen así es el mundo, cuando tendrían que decir así es como vemos nosotros el mundo.

El mundo no es un lugar terminado, donde solo se viene a saber cómo se tiene uno que comportar, pero te hacen creer que así es. De niños, no sabemos cómo somos. Son nuestros padres quienes nos definen en nuestras primeras etapas de la vida. Los padres son el espejo, fijando la identidad del niño.

¿Qué pasaría si el espejo de los niños, los padres, fuera un espejo roto? El niño puede llegar a pensar que él también está roto porque piensa que no puede darle gusto a sus padres. Como nos ven los demás, no tiene que ser necesariamente como somos realmente. Esto provoca la aparición del miedo a equivocarte.

Hay que tener cuidado con la autoridad entre padre e hijo, por que puede provocar frustraciones y sentimientos de inferioridad. Hay muchos padres que les gusta decir te lo dije. También se debe tener cuidado con la anulación de las necesidades, haciendo desconfiar al niño de su propia perspectiva de las cosas.

Tenemos que ir más allá de las certezas. Cuando una persona tiene una certeza se empobrece, dejando de hacerse preguntas. Dudar es importante, más si cabe de nuestras certezas más absolutas. Cuando no nos atrevemos a dudar, solamente nos quedamos con el conocimiento ya aprendido.

Nos da miedo ir más allá. Nos da miedo hacer preguntas. Si dudamos podemos aprender cosas nuevas. El ser humano tiene dos miedos que le impiden dudar para crecer personalmente. No decidimos cambiar, dudar, por miedo a equivocarnos y fracasar. Tenemos miedo a preguntar. Aquel que se atreve a preguntar es el que marca al final la diferencia

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